Cómo apreciar el acto creativo de una obra de arte.

 "La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa".

 Emanuel Kant.

 

Autor: Abner Pantoja

Publicado en:  El Arte Del Buen Vestir.

 

Dedicado a Humberto González. Quien me introdujo en el mundo del arte: estética y teratología.

 ¿Observar, ver, mirar…? ¿Cuál es la palabra correcta o por decirlo menos, indispensable? No lo sé. Lo único que se puede decir es que en el proceso hermenéutico que se da entre el espectador y la obra del arte en cuestión, es de la misma naturaleza entre el acto creativo que conecta al artista con su obra. Es al final de cuentas una actitud muy íntima.

 Si, la teoría del arte, la psicología incluso, por mencionar dos áreas del conocimiento; tratan de "explicar" ese proceso. Y tienen su validez en cuanto a la capacidad argumentativa que puedan desarrollar.

  Solo que para "educar" nuestra vista y nuestro espíritu debemos enriquecernos con las propuestas artísticas. Antes de explicar algo debemos entenderlo y comprenderlo. No podemos hacer las cosas de manera inversa.

 Para mi, tener la oportunidad de estar frente a un cuadro me permite conectarme con la posibilidad de disfrutar y vivir la belleza: para mi significa la posibilidad de enriquecimiento y perfeccionamiento creativo y no una adjetivación necesaria para etiquetar algún aspecto de la vida. Esa es precisamente la gran diferencia; una obra de arte perdura en su belleza porque no representa una moda, una necesidad de inmediatez. La belleza de la obra consiste no en adaptarse o satisfacer los cánones estéticos, sino en potencializar el espíritu del ser.

 Es más, el acto creativo busca y afortunadamente en la mayoría de las ocasiones lo logra, romper continuamente con los paradigmas. En ello estriba precisamente la belleza, en reinventarse.

 Lo único que tiene que hacer uno como espectador es entender y ejercitar que un cuadro es: disfrutable. Esa es precisamente la clave y el resultado último que uno busca: generar emociones.

  Lo último no significa "adjetivar" la obra, mucho menos explicarla. Lo que realmente debemos hacer es "sentir con los ojos" la belleza de las cosas. Eso sin duda requiere de un gran ejercicio de contemplación, algo que en nuestros días se torna un gran reto.

 Sin embargo, todo se puede lograr. El primer paso es darnos la oportunidad de apreciar un cuadro, y no forzar la mente, ni mucho menos las emociones; todo tiene que fluir de manera espontánea.

  Visualizar las formas, los colores, la distribución de los espacios, los elementos de composición, la aplicación de las sombras y luces, la ausencia de algunos elementos, la sugerencia del tema, el reto reflexivo, las actitudes de las personas o cosas, el acomodo del cuadro, la iluminación, la separación entre uno y otro cuadro, nuestro estado de ánimo, nuestra disposición de apreciar, el lenguaje poético de la obra… por mencionar algunos elementos del ritual hermenéutico deben ser, lo repito, disfrutable.

  ¿Cuántas veces y cuándo te has dado la oportunidad de ver un cuadro? ¿Cuáles son tus razones? Si no lo has hecho o lo contrario, te invito, estimado lector, a que te des esa maravillosa oportunidad. Tendrás un crecimiento espiritual inigualable. Empezarás a comprender muchas cosas, como por ejemplo, que uno tiene en sus manos la posibilidad de no vivir en la inmediatez.

  Como decía Octavio Paz: "Tengo prisa de tener prisa y no se porqué".

  Podrás detener el tiempo-espacio y una vez que hayas alcanzado el goce estético, lo podrás aplicar a los demás aspectos de tu vida.

 Esa es realmente la función del arte. Invitarnos a la contemplación y creación de nuestra propia realidad de manera mesurada, disciplinada y transformativa. Es pues, enriquecernos espiritualmente.

  ¿Para ti qué es la belleza?