06.09.2011 16:00
“La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor”.
Mario Vargas Llosa.
Autor: Abner Pantoja. Aprender a Escribir.
Dedicado a: El lápiz y la hoja en blanco que desde pequeño me retaban a plasmar mis ideas.
¿Vocación literaria o pasión por la escritura? Aunque este artículo resulte una reflexión un tanto personal, el contenido del mismo, sin duda, arrojará inquietudes que probablemente estemos buscando aclarar.
Hace ya varios años que decidí estudiar la carrera de filosofía. Debo confesar que en ese entonces no tenía muy claro cuál era la finalidad; quiero decir, cuando me preguntaban:
-¿Para qué estudiar esa carrera?
Tal vez de una manera ingenua respondía:
-Para ser escritor.
Con el paso de los años y ante la profundización de mis estudios humanísticos me fui percatando que existen estudios especializados de literatura, filología, semántica, lingüística…, es decir, me empecé a percatar que la respuesta que daba era muy vaga.
Con el paso de los años, con el continuo estudio humanístico acompañado del conocimiento técnico de las nuevas tendencias del marketing, he sentido la necesidad de replantear la pregunta.
A lo largo de muchos años he escrito infinidad de artículos, ensayos (debo confesar que aún se pueden encontrar en ellos tintes académicos), sin embargo, aún no he concretado mi gran obra. ¿Por qué? ¿Soy escritor o literato?
El uso correcto del lenguaje, de la palabra escrita, sabemos que no es un requisito que solamente el literato debe honrar. En la actualidad cualquier ser humano que pretenda comunicarse de manera correcta, obligadamente tiene que “escribir bien”.
¿Cuáles son las características que distinguen un texto literario de uno no literario? En primera instancia, está la imaginación, el proceso creativo y la estética del discurso. La imaginación nos permite crear mundos, personajes, situaciones que pueden ir más allá de la realidad. O pueden ser cosas reales trasladadas a la ficción.
El proceso creativo nos permite, por medio de la palabra, diseñar unos textos que nos transporten precisamente a ese mundo imaginativo darle ese valor estético a las palabras.
Precisamente la estética del discurso nos permite entender, comprender y disfrutar la belleza implícita de las palabras. No sólo se necesita emplear un buen uso de la sintaxis (por mencionar un factor técnico de la escritura), para embellecer el texto. En este caso no sólo se trata de comunicar algo. Se busca vivir la palabra.
Vivir la palabra significa tener experiencias que van más allá de nuestra cotidianidad.
